Desde que se anunciase la posibilidad de acortar la semana laboral de los cinco días usuales, debido al acuerdo al que llegaron el pasado 2021 el Gobierno y Más País (la formación liderada por Iñigo Errejón) a cuatro días o 32 horas, en su defecto, y cuyo programa se estima en 50 millones de euros en ayudas a las empresas que se ofrezcan voluntarias para implantar este posible nuevo calendario de trabajo, el debate ha estado servido y reñido, tanto por empresarios como por sindicatos.
El modelo de referencia es el implementado en Bélgica, cuyo Gobierno introdujo en su reforma laboral una medida que permite a los empleados concentrar las horas de trabajo en cuatro días, respetando las 40 horas semanales, por lo que, por el momento, no pretende recortar la jornada, pero sí ofrecer la posibilidad al trabajador de alargar su horario una o dos horas diarias para así poder disfrutar de tres días de descanso, en vez de dos, e incluso trabajar menos durante una semana y compensar las horas en la siguiente.
La fecha prevista para esta modificación está prevista para el próximo mes de marzo, cuando el Ministerio de Industria publique la orden con las ayudas para llevar adelante el programa piloto al que se destinaron 10 millones de euros en los Presupuestos de 2022, según explicaron fuentes de Más País, quienes defienden que el mantenimiento de una jornada laboral “artificialmente alta tiene efectos perversos en la segmentación del mercado de trabajo, donde actualmente conviven el desempleo estructural con jornadas laborales excesivas, que terminan resintiendo la salud laboral nacional”. Por el contrario, las jornadas más cortas “intensifican el rendimiento y mejoran la productividad por hora trabajada”, con efectos ambientales “muy positivos, ya que posibilitarían pautas de consumo menos compulsivas y más sostenibles”.
¿Resulta esta medida beneficiosa para el sector servicios?
Los detractores de esta posible nueva organización del trabajo argumentan que no es posible adaptarla a todos los sectores productivos, poniendo como ejemplo el sector servicios, con establecimientos como bares, restaurantes o peluquerías, entre los que se encuadran aproximadamente el 42% de las empresas españolas, y que tendrían dificultades para cubrir ciertos espacios temporales. Esto se suma al hecho de que numerosas empresas no han habilitado todavía el registro de jornada, por lo que en muchas de ellas se incluyen horas extra que muchas veces no son remuneradas.
Por otro lado, el presidente de la patronal, Antonio Garamendi, apuesta por el acortamiento de la jornada con y sin reducción de horas de trabajo: trabajar las 40 horas semanales, pero repartidas en cuatro jornadas, al igual que el modelo de Bélgica, reduciendo las horas en un 20%, de forma que la semana laboral quedaría fijada en 4 jornadas de ocho horas, manteniendo el mismo salario.
Diferencias con el modelo de Bélgica
A continuación, enumeramos los principales puntos de la jornada laboral aprobada en Bélgica:
- Los trabajadores podrán reducir un día de trabajo, de cinco a cuatro, sin reducir las horas trabajadas. De esta manera, se pueden trabajar hasta 9,5 horas al día, ampliables a 10 horas, previo acuerdo entre empresa y sindicatos.
- Los empleados que así lo deseen podrán trabajar más horas una semana para compensar la reducción de su jornada laboral la semana siguiente. Sin embargo, deberá ser el trabajador el que lo solicite con un mínimo de siete días de antelación.
- Las empresas de más de 20 empleados deberán ofrecer a sus plantillas el derecho a la desconexión tras las horas de trabajo, lo que implica que no contestarán a las llamadas o responderán a los emails entre las 11 de la noche y las 5 de la madrugada.
- Las compañías de más de 20 empleados deberán presentar planes de formación para desarrollar competencias de los trabajadores.
- Se ofrece asimismo la posibilidad de que los asalariados puedan trabajar para otro empleador durante el periodo de preaviso.